Eficiencia energética

Antes de dar pautas, consejos y explicaciones sobre esta materia, es necesario dejar claro los conceptos para así evitar errores o malinterpretaciones. Los siguientes términos son diferentes pero compatibles entre sí, por ejemplo una casa puede ser eficiente, sostenible y ecológica, pero también puede ser eficiente y no ser sostenible ni ecológica. De aquí en adelante me centraré en exclusiva en el primero de los tres, la eficiencia energética, pues se trata del más técnico mientras que los otros dos son más relativos y de interpretación un tanto subjetiva.

No es lo mismo eficiencia energética, sostenibilidad y ecologismo:

Eficiencia energética: Conjunto de programas y estrategias para reducir la energía que emplean determinados dispositivos y sistemas sin que se vea afectada la calidad de los servicios suministrados.

Sostenibilidad: Cualidad de sostenible, especialmente las características del desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de futuras generaciones.

Ecologismo: Ideología que extiende y generaliza el concepto de ecología al terreno de la realidad social; propone y defiende la búsqueda de formas de desarrollo equilibradas con la naturaleza y basadas en el uso de energías renovables que no contaminen.

¿QUÉ ES ESTO DE LA EFICIENCIA ENERGÉTICA?

La energía, además de un coste económico, supone un coste social, pues se trata de un recurso limitado en la naturaleza (al menos las fuentes principales para obtenerla). Si se usa sin control, se producen impactos negativos que afectan directamente al planeta.

Una de las maneras de ahorrar energía, es utilizarla de forma eficiente e inteligente, para conseguir más con menos (“Less is more” como diría Mies Van Der Rohe). En términos de producción de bienes, podemos decir que la Eficiencia es ser capaces de producir más (generar riqueza) utilizando menos energía. En el caso del transporte, eficiencia energética es desplazarnos más lejos, más deprisa o más personas o materiales, sin incrementar el consumo de energía. Es decir, la eficiencia energética consiste en hacer lo mismo con menor consumo energético o bien hacer más sin aumentar ese consumo.

ALGUNOS NÚMEROS…

Estratégicamente la eficiencia es una prioridad en todos los países desarrollados, especialmente en aquellos que como en el caso de España, tienen una alta dependencia de suministros externos.

Cada uno de nosotros podemos contribuir a la reducción del consumo de energía sin renunciar en absoluto al confort, a la productividad y al crecimiento económico. Del consumo total de energía en España el 30% se le atribuye al uso familiar, mientras que otro 30% es producido en la industria, y el restante 40% del consumo procede del transporte.

Los países son más competitivos en la medida en que aumenta su eficiencia energética: es decir, en la medida en que los consumos de energía por cada producto o de servicio prestado sean cada vez menores. Esto es lo que está sucediendo en los países desarrollados, y en particular en el sector industrial.

Pero no está ocurriendo así en los sectores del transporte y de los edificios, incluyendo los residenciales y dotacionales, la situación es diferente ya que la eficiencia energética no aumenta al ritmo que sería deseable siendo que existen los medios para ello.

Según estudios realizados por los principales proveedores de energía, en los hogares aproximadamente el 41% del consumo de energía procede de la calefacción, el 26% del ACS (Agua Caliente Sanitaria), 12%  de los electrodomésticos, 11% de la cocina, 9% de la iluminación y el 1% restante del aire acondicionado. (Las casas Pasivas o Passivhaus reducen hasta un 90% el consumo de calefacción, entre otras mejoras, por eso suponen un importante ahorro).

Para mantener y mejorar nuestra calidad de vida es necesario el consumo de energía, pero debemos ser conscientes de las consecuencias que esto acarrea, que son fundamentalmente tres: el agotamiento de las energías no renovables, la inseguridad en el abastecimiento y el efecto sobre el medio ambiente.

Para hacernos una idea de la situación de las energías no renovables, es decir, la nuclear y las conocidas como energías fósiles (gas natural, petróleo y carbón), en España suponen el 91% de la producción de energía que consumimos. Estas energías tienen un ciclo de formación de millones de años, por lo que, al ritmo de consumo actual, se agotarán o dejarán de ser rentables a medio plazo, por no decir la enorme dependencia económica de otros países que suponen.

Según el Anuario Statistical Review of World Energy 2011 de British Petroleum, con el actual ritmo de crecimiento en el consumo, las reservas mundiales de fuentes de energía se cifran en 118 años para el carbón, 59 años para el gas natural, 42 años para el petróleo y entre 70 y 90 años para el uranio.

RESPECTO AL MEDIO AMBIENTE…

Durante la transformación, transporte y uso final de la energía se producen grandes impactos, tanto de carácter local como global. Comenzando por la explotación de los yacimientos se producen residuos, emisiones atmosféricas y contaminación de aguas y suelos. El proceso de transporte y distribución de la energía para su consumo también repercute en el medio ambiente: líneas eléctricas, oleoductos y gasoductos, las llamadas mareas negras, con dramáticas consecuencias para los ecosistemas y economías de las zonas afectadas.

La mayoría de las emisiones antropogénicas (causadas por el hombre) de CO2 procede de la producción de energía y su uso.

El abastecimiento energético, a partir de las energías fósiles, necesita siempre un proceso de combustión que se produce tanto en las centrales térmicas, para producir electricidad, como localmente en calderas y motores de vehículos. Esta combustión da lugar a la formación de CO2, principal gas de efecto invernadero, y a la emisión de otros gases y partículas contaminantes que dañan la salud (y que recientemente se hacen más fáciles de ver en las grandes ciudades).

La generación de la electricidad con plantas nucleares no produce CO2, pero sí residuos radiactivos de difícil y costoso tratamiento que por lo general no pueden ser eliminados ni reutilizados y suponen un grave riesgo.

CONCIENCIACIÓN SOCIAL, LA EFICIENCIA DEPENDE DE CADA UNO

Para empezar tenemos que darnos cuenta de la escala de las cosas. Lo que uno haga difícilmente afectará a la economía del país, de la ciudad o incluso del barrio, pero ¿y de la comunidad de vecinos?, ¿o de la familia? La cuestión de la sostenibilidad depende de que cada vez más gente aporte su granito de arena y se transmita hábitos adecuados de eficiencia energética a las generaciones futuras (recordad que sostenibilidad y eficiencia energética no son lo mismo). Los cambios en la sociedad surgen de los cambios de los propios individuos, es decir, son las acciones individuales el verdadero motor de los cambios colectivos.

Porque resulta que cada gesto que se realiza en el hogar cuenta. Cada vez que se abre un grifo o se enciende la luz, conlleva un gasto de energía y, por tanto, es fundamental ser conscientes de ello. Lo siguiente que hay que saber es que ser eficientes no supone costo alguno; no es necesario invertir en electrodomésticos de alta gama, pues todo depende de la actitud y hábitos que tengamos.

¿CÓMO SER EFICIENTE?

Como ya he mencionado, los recursos naturales que empleamos para producir energía no renovable son limitados, así que LA MEJOR MANERA PARA ALCANZAR LA EFICIENCIA ENERGÉTICA ES REDUCIR EL CONSUMO AL MÁXIMO, HASTA EL CONSUMO NULO SI ES POSIBLE. P. ej. Usar un coche que consuma poca gasolina es bueno, pero mejor aún es usar el transporte público que puede llevar a mucha gente a la vez por mucho menor gasto; y mejor aún será si ese trayecto se hace en bici o a pie, donde el consumo cero sí que es posible.

Este ejemplo se puede extrapolar a otros muchos casos de la vida cotidiana, a continuación se mencionan algunas sugerencias, pero siempre se puede hacer más si se está realmente dispuesto. Además, muchas de estas medidas producen un ahorro económico directo que es fácil de apreciar en nuestros bolsillos:

(La gráfica hace referencia a emisión de CO2, pero se sobreentiende que las emisiones son debidas a un consumo proporcional).

  1. TRANSPORTE PUBLICO O BICICLETAS: Utilizar el transporte público consume menos energía y hace que se emitan menos gases nocivos a la atmósfera y las bicis directamente reducen a cero el consumo de combustible.
  2. RECICLAJE: Reciclar todo lo que se compra: bolsas de plástico, tetrabriks, latas, vidrio para que pueda volver a usarse. Todo aquello que se utiliza varias veces evita la producción innecesaria de otro producto. P.ej. las bolsas de los supermercados.
  1. AISLAMIENTO DE VIVIENDAS: Si tenemos pensado reformar nuestra vivienda es fundamental el aislamiento de la envolvente térmica (fachadas, huecos y según el caso los forjados) ya que de no estar bien aislada todo el calor se escapará por ahí, disparando el consumo en calefacción, que como ya hemos visto es el mayor gasto energético en las viviendas (este apartado se verá en mayor profundidad en otro artículo).
  2. ILUMINACIÓN NATURAL: Debemos aprovechar al máximo la energía ilimitada que nos proporcionan los recursos renovables, P.ej., en lugar de utilizar una secadora eléctrica para secar nuestra ropa, se puede colgar al aire libre en los días de sol. También conviene aprovechar la luz solar para iluminar la vivienda, si puedes evitar encender las luces, mejor. Si además también es posible instalar en nuestra vivienda paneles solares nos proporcionará otro gran ahorro en ACS y calefacción dependiendo de cada caso.
  3. BOMBILLAS: Es recomendable utilizar siempre bombillas de bajo consumo o mejor aún LED que duran mucho más que las bombillas tradicionales y que las de bajo consumo. Apaga siempre las luces cuando salgas de una habitación. Cuando se está viendo la televisión, leas un libro, etc.… se puede aprovechar las luces de lámparas. Las luces generales de una habitación consumen mucha más energía que las lámparas de menor tamaño.
  4. EQUIPOS ELÉCTRICOS. No se debe dejar conectados ordenadores, televisores, cargadores, reproductores de DVD, etc… Aunque no se usen, si están enchufados, estos equipos eléctricos permanecen siempre en modo “Stand By” y siguen consumiendo energía, este fenómeno se suele conocer como consumo fantasma. Otra opción es usar regletas con botón de encendido y apagado. Del consumo eléctrico en nuestras viviendas, se calcula que entre el 7% y el 11% de media es consumo fantasma según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE). El informe «Consumos del Sector Residencial en España» de IDAE estimó que cada hogar en España consume unos 300 kWh de electricidad al año aproximadamente. Si tenemos en cuenta que cada kWh tiene un precio de entre 0,13 y 0,15 euros, esto se puede traducir en un gasto entre 32 y 58 euros al año en consumo fantasma, es decir, que se está gastando sin consumir nada.
  5. CALEFACCION: No se debe abrir las ventanas con la calefacción puesta, ni poner elementos encima de la calefacción que pueda impedir que el calor se distribuya bien en el hogar. Conviene utilizar termostatos para regular tanto la temperatura como el tiempo que pones la calefacción. Una temperatura superior a los 20ºC en invierno e inferior a 24ºC en verano se considera un abuso, ¡eso de caminar por casa en manga corta es cosa del verano! En viviendas grandes, apagar aquellos radiadores de los espacios en que no se está utilizando.En este apartado suponen una gran mejora las casas pasivas, que reducen drásticamente el consumo.
  6. ELECTRODOMÉSTICOS: Al comprar un electrodoméstico nuevo siempre hay que mirar la calificación energética que tiene. Esta nos informa del consumo de energía de cada aparato. Todos aquellos con las letras A-B-C tienen un bajo consumo de energía. Las letras D y E son de consumo medio de energía y las letras F y G son de consumo alto de energía. Es decir, un frigorífico de clase A quiere decir que ese frigorífico consumirá mucha menos energía que el de clase D o G dándonos el mismo servicio y sin que exista una diferencia sustancial en el precio. Siempre debemos comprar electrodomésticos con la letra A, B o C.

Aparte de estas prácticas existen muchas otras que ayudan a ahorrar energía, como no dejar correr agua del grifo si no es necesario, ducharse en lugar de bañarse, usar el horno lo menos posible, etc.

EL CERTIFICADO DE EFICIENCIA ENERGETICA     

En algunos países, como en España, para alquilar o vender una vivienda es necesario que tenga un certificado energético. Al igual que con las etiquetas de los electrodomésticos, estos certificados también poseen unas letras que van desde la A hasta la G.

Estas letras son «La escala de calificación energética» y mide el consumo de energía que se considera necesario para satisfacer la demanda energética de nuestra vivienda, así como sus emisiones de CO2, en condiciones normales de uso. 

Un técnico especializado tendrá que visitar la vivienda para tomar datos y así calcular el consumo al año en términos de calefacción, la refrigeración, ventilación, etc… Se recoge esta información de emisiones, de CO2, y se divide por los metros cuadrados de la vivienda. Según el resultado se clasificará a la vivienda con la letra correspondiente, siendo A para la mejor nota y la letra G como la peor calificación.

 

PARA TERMINAR

Llegados a este punto y con los fundamentos ya explicados, que cada uno tome sus conclusiones y decida el grado de implicación que quiera tener en el mundo de la eficiencia energética que, como ya he dicho, es cosa de todos. Desde el simple gesto de apagar el interruptor de la luz hasta vivir en una casa energéticamente eficiente hay muchos pasos intermedios, al alcance de cualquiera. Solo hay un obstáculo: uno mismo, pues el paso más difícil es estar concienciado y con ganas de cambiar algunos de nuestros ineficientes hábitos.

Si estás interesado en dar el salto a gran escala y quieres más información, no dudes en contactar con nosotros.